viernes, 6 de noviembre de 2009

Pobreza endémica

Rosario Espinal
(Articulo publicado en la ediccion del 6 de noviembre del 2009 del periodico Clave Digital)

El Diálogo Interamericano, con sede en Washington, publicó recientemente un breve informe sobre la pobreza en América Latina que nos recuerda la magnitud del problema.

Los datos indican que de cada tres personas una es pobre en Latinoamérica. El panorama por país varía, con unos países más pobres que otros. En Chile, Uruguay y Costa Rica se estima que menos del 20% de la población es pobre. En República Dominicana, Colombia, El Salvador y Bolivia alrededor de la mitad de la población es pobre. En Paraguay, Nicaragua, Honduras y Haití más del 60% es pobre.

La magnitud de la pobreza es preocupante por la cantidad de pobres y porque en la comparación mundial, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. El 20% más rico de la población capta casi el 60% del ingreso total, mientras el 20% más pobre capta sólo el 3%.

Del lado positivo, en los últimos años casi todos los países de AL han reducido la cantidad de personas en la pobreza por diversas razones: 1) el crecimiento económico que precedió la crisis financiera mundial de 2008-2009, 2) el boom de las remesas, y 3) los programas públicos de asistencia directa a los pobres. Pero con excepción de Chile, ninguno ha logrado reducir los niveles de pobreza de manera continua y significativa. Por eso la magnitud de la desigualdad se mantiene.

En República Dominicana, estudios de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han mostrado una paradoja: la economía del país ha crecido mucho en los últimos 50 años, pero ese crecimiento no se ha traducido en una reducción sustancial de la pobreza.

En estos 50 años muchos dominicanos han emigrado para mejorar sus condiciones de vida y enviar remesas a sus familiares. Recientemente, el gobierno dominicano estableció programas de asistencia directa a los pobres con la tarjeta Solidaridad, estrategias que ayudan a mitigar la pobreza, pero no conducen a una transformación de la economía que mejore las oportunidades de empleo.

Similar al pasado, la economía dominicana descansa hoy en sectores de baja productividad y bajos salarios: la agricultura de exportación, el turismo liviano, las zonas francas y la economía de los vicios (alcohol, cigarrillos, casinos, bancas de apuesta, prostitución y drogas); y con la globalización, se ha ampliado el sector de comunicaciones por los celulares, el internet y el cable.

Casi ninguno de esos sectores produce riqueza aumentando la calificación de la mano de obra. Por eso la educación no preocupa mucho al gobierno ni a los empresarios, y los jóvenes abandonan la escuela con facilidad.

La República Dominicana se ha convertido en una sociedad donde un amplio segmento de la población se marchó a buscar trabajo para mantenerse y ayudar a los familiares que quedaron detrás. Los haitianos proveen la mano de obra barata explotada en condiciones miserables (sólo hay que ver dónde duermen y comen), y una gran parte de la sociedad “se la busca” en el sector informal.

Estas condiciones sostienen la miseria y contribuyen a que el Estado se haga más clientelista para beneficio de los políticos y los empresarios aferrados a la ganancia fácil e inmediata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario