Capítulo lV
Dinámica del Vecindario
La dinámica del Vecindario era muy diferente a lo que es hoy, a pesar de que todavía
conserva algunas tradiciones de la vida campesina. La gente trabajaba la tierra
como medio de subsistencia. Gran parte de los alimentos que se consumían eran
producidos en la comunidad. Casi todas las familias disponían de un predio, en
el cual sembraban frutos menores como, yuca, batata, plátano, guineos, maíz,
guandules y habichuela, para el autoconsumo y venta de los excedentes. Otros
trabajaban como jornaleros en los predios de los que tenían terrenos o en las labores
agrícolas del ingenio Amistad, especialmente en el corte de la caña; así como
en la recolección de café.
Aún los artículos que no se generaban en el entorno y que se
obtenían para la alimentación, eran productos sanos, en su mayoría de origen
agropecuario, como por ejemplo: avena, arroz, azúcar, arenque, bacalao, clavo,
canela, nuez moscada, pimienta, cebolla,
malagueta, etc., lo que se expresaba en que la comida se preparaba
esencialmente en base a productos no procesados.
El Vecindario se caracterizaba por la presencia de una gran
vegetación, en la que abundaban plantas y arbustos predominantes en los bosques
húmedos. El nombre de Palmar Grande le viene de la cantidad de palmeras que
había. Puede decirse que el Vecindario, en esos años era un palmeral gigante
constituido de millares matas de palma real. Además de la rica y variada flora,
se destacaba por la existencia de una
variada avifauna en la que predominaba
una multiplicidad de aves silvestres, como cuervos, palomas, tórtolas, rolas, ciguas palmeras,
carpinteros, perdices, guineas, lechuzas guaraguaos, barrancolis, zumbadores, judíos, chinchulines, entre otras.
Una de las particularidades del Vecindario era, y sigue
siendo, el hecho de que cómo
consecuencia de su ubicación geográfica entre montañas, el sol se acuesta más
temprano que en cualquier otro lugar del país. Las tardes resultan cortas, y el
atardecer es interrumpido bien temprano por la llegada de la oscuridad.
La economía se sustentaba en una buena producción de cacao,
café, y ganadería en menor escala. Se cultivaba maní, por medio de contratos
con “la Manicera” , y las familias
criaban gallinas, pavos, patos, chivos, ovejas, vacas y sobre todo cerdos, a los cuales se les
denominaba la “Alcancía del pobre”, debido a que las familias criaban sus
puerquitos para afrontar cualquier aprieto que se les presentara.
Pero no sólo eran las actividades agrícolas, las que
predominaban en el Vecindario, también se desarrollaban diversos oficios, que
hacían posible la solución de múltiples problemas. Había carpinteros y
ebanistas, para construir las viviendas y los muebles, entre los que se
destacaban Enemencio (Menso) Bravo y Chuchin. Las sillas de sentarse las hacían
Antero Cruz y su hermano Matías; y Merejo Silverio, alias Candó, confeccionaba
los forros utilizando fibras de guano y palmera.
Los aparejos para montar los animales lo fabricaban Genaro y
Amadito; y las esterillas las hacían los hermanos Ramón y Palín Camilo. Vicente
la Luz era el
especialista en curar los caballos y colocarles las herraduras.
Entre los zapateros se destacaba Leonel Ventura, alias Cocón. Las principales costureras del vecindario eran
una señora llamada Catalina, Vicente Ventura, Pura Martínez, Niña Bravo y
Alicia Silverio. En tanto que los barberos más sobresalientes eran Tomás, Mon y
Ricardo. Como carniceros estaban Goyito Viejo y Catalino García, alias Catán.
Había dos panaderías artesanales, una en la casa de una
señora a que apodaban Mocha y otra que estaba ubicada en la casa de Romana. En
ambas panaderías se hacían los denominados panes de roscas, los cuales se
vendían ampliamente en las pulperías, y además, eran llevados a las fiestas y
velas para ofrecerlo a los asistentes. También había mujeres que hacían dulces
de coco. Entre ellas cabe destacar a Marcelina Silverio, Colasa y Catalina y su
esposo Bartolo. Los lebrillos o bateas los hacía Marcos Parra.
El “agua del manejo”[1]
se extraía de los ríos, arroyos y manantiales, y las mujeres iban a lavar la
ropa a las fuentes de agua, llevándola en lebrillo o batea. Estas mismas
fuentes eran utilizadas para las gentes bañarse. El agua de tomar se extraía de
de las norias o manantiales, y se depositaba en tinajas de barro para
conservarla fresca.
Los vecinos eran en su mayoría gentes humildes. Su nivel educativo
era muy bajo, pues las escuelas a la que asistían los muchachos apenas llegaban
al tercero y cuarto grado, y aquellos adultos que no eran analfabetos,
escasamente habían alcanzado esos grados. La comunicación vial era a través de
angostos y tortuosos caminos, los cuales sólo hacían posible el transito a pie
y en animales. Los medios de comunicación eran prácticamente desconocidos, sólo
en algunas casas se disponía de radios, la televisión y el teléfono eran
inexistentes. Al Vecindario tampoco llegaban los periódicos.
La docencia se impartía en una vieja casona de madera
fabricada con las mismas características que tenían la mayoría de las casas del
Vecindario. Estaba dividida en dos
compartimentos en los que se impartía dos cursos por la mañana y dos por la
tarde. Los asientos eran pupitres de
madera con capacidad para ubicar dos alumnos en cada uno. Los maestros
eran personalidades muy respetadas. Ese
respeto se correspondía, además de su noble labor, con la conducta e
imagen que mostraban ante la comunidad.
Las escuelas donde se daban cursos más avanzados de los que
se impartían en la escuela local estaban situadas a distancias considerables.
Por esa razón era difícil encontrar en el Vecindario a personas con nivel
educativo superior al que allí se impartía. Por esos años muy poco jóvenes
continuaron sus estudios cuando concluyeron el cuarto grado. Entre ellos se
pueden mencionar a Alfonso Martínez,
Gloria Parra y Samuel Cruz, el primero de ellos regresaría años más tarde al
Vecindario como profesor.
***
En el Vecindario eran frecuentes las festividades y celebraciones. Siempre estaba presente algún
motivo para la gente juntarse. Cada vez que alguien moría se le celebraba
el novenario, que consistía en nueve velaciones durante las primeras horas de
la noche. Al noveno día tenía lugar una vela de amanecida. Al cumplirse la
fecha de la muerte, durante los primeros siete meses, también se realizaban una
vela, al igual que durante los primeros siete años, que se celebraban los “Cabo
de Años”
También, tenía lugar la celebración de numerosas velas
relacionadas con el santoral, las cuales igualmente eran de noche e iban
acompañadas de sus respectivas fiestas. Las más significativas eran: San Antonio,
donde don Félix, el 13 de junio. San
Rafael, donde Natividad, el 24 de octubre. San Miguel, donde María Cirilo, el
29 de septiembre. El Carmen, donde Juan Viejo en Hervidor, el 16 de julio. San
Roque, que se celebraba tanto donde
Jacobo Mora, como donde Ismael Peña, el día 16 de agosto. La Altagracia , que tenía
lugar donde Rosalía Jaques y donde Lila
Parra, los días 21 de enero. Las Mercedes, donde Mamita Vargas y Bartolina
Olguín, los 24 de septiembre. Y Santa Ana, que se celebraba donde Torán y Dominga,
el 26 de julio, entre otras.
Sin embargo, la cosa no terminaba ahí, existían otras
festividades, inventadas por los vecinos con el subterfugio de celebrar, como
eran: las “Velas Ofrecidas”, las “Horas
Santas”, y los “Bautismos de Muñeca”. Todos eran pretextos que la gente
utilizaba para llevar a cabo festividades.
[1] Agua del manejo: es el agua que se
utiliza para realizar las labores de limpieza de la casa, e incluso para cocer
los alimentos. Por lo general no se usa pasa tomar.
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