lunes, 11 de noviembre de 2013

La Maña de Robar es un Delito y un Pecado a la Vez.

Mi amigo Jose Francisco Nuñez, me ha hecho recordar este artculo, que publique en el periodico Digital El Nuevo Diario, en abril del año 2006, a proposito de lo expresado por el Papa Francisco, en el sentido de que "el que dona a la Iglesia y roba al Estado es un falso cristiano".  Aqui se lo reproduzco con elenlace del periodico en que fuer publicado. 


21/4/2006
Observatorio

En la sociedad dominicana, el acto de apoderarse de lo ajeno se ha convertido en una práctica tan común, que da la impresión que hemos olvidado que nuestra legislación tipifica como robo “el que con fraude sustrae una cosa que no le pertenece”. (Articulo 379 del Código Penal Dominicano)
También es bueno recordar que no solamente las leyes de los hombres sancionan este hecho, sino que igualmente en la ley divina está  consignado  como un pecado . Así por ejemplo cuando Dios entregó a Moisés  la tabla de los Diez Mandamientos, en el Monte Sinaí, para que los presentara al pueblo de Israel, el octavo de ellos reza de la siguiente manera: “No Hurtarás”.  ( Éxodo, Capitulo 20 versículo 16)
A pesar de estas reglamentaciones, la primera de carácter penal y la segunda de convicción cristiana, en nuestro país hay ladrones a todos los niveles sociales. Ladrones de cuello blanco  que se las arreglan para realizar operaciones fraudulentas en su provecho, funcionarios que roban los recursos que el Estado pone en sus manos, contratistas que sobrevalúan los presupuestos de las obras contratadas, bandas que atracan y asaltan a mano armada los comercios, bancos, viviendas, conductores, etc., para despojar a laboriosos ciudadanos de bienes adquiridos con su esfuerzo y trabajo. También roban rateros de toda calaña que han hecho de esa actividad su modus vivendi, etc., etc.
Se roban la luz, el agua, las llamadas telefónicas y la señal del cable.
Se roban los cables transmisores de la energía y de los servicios de comunicación.
Se roban los bancos, tanto sus “propietarios” como sus ejecutivos,  a través de la quiebra y otras operaciones fraudulentas.
Se roban las tapas de los hidrantes, las señales de transito y las barandas de protección de las carreteras y avenidas.
Se roban la propiedad intelectual: libros, películas, videos, música, patentes, etc.
Se roban  las puertas, persianas , lavamanos y sanitarios de las  instalaciones y lugares públicos.
Se roban los vehículos para sacarlos del país,  desguazarlos y venderlos por piezas.
Oficiales de la policía se apropian de los vehículos recuperados, para usufructuarlos en su provecho.
Se roban los accesorios de los vehículos: radios, espejos retrovisores,  logos, gomas, batería, pantallas, herramientas, etc.
Se roban, o mejor dicho se robaron, todas las traviesas y los rieles de las vías ferroviarias del Consejo Estatal del Azúcar.
Se roban los “extinguidores” colocados en los túneles para ser utilizados en casos de emergencias.
Se  robaron las verjas de protección del Conservatorio Nacional de Música y del antiguo Parque Zoológico.
Cuatreros se  roban  a diario  reses y otros animales, incluyendo de alto valor genético, para sacrificarlos y venderlos como carne.
Se roban los terrenos y otros bienes del Estado a través de maniobras fraudulentas
Se roban las medicinas y otros materiales destinados a beneficiar a las personas de escasos recursos que acuden a los hospitales.
Se roban los materiales y equipos, incluyendo plantas eléctricas, inversores y ordenadores de las escuelas publicas.
Se roban los títulos de propiedad que son registrados debidamente por los ciudadanos en la Dirección de Catastro, despojando a los legítimos dueños  de sus bienes inmuebles.
Se roban camiones y furgones cargados de mercancías en las calles, carreteras y avenidas del país.
Se roban las cajas de muertos, profanando tumbas en los cementerios, dejando los cadáveres al intemperie.
 Se roban los impuestos que pagan los ciudadanos, evadiendo transferirlos al fisco.
Se roban los fondos de los salarios retenidos a los trabajadores,  para los planes de jubilaciones y seguridad social.
Ladronzuelos de todo tipo azotan a la población arrancando carteras, celulares, prendas y otras pertenencias.
 Se roban las elecciones por medio de diversas formas de fraudes y manipulación de los resultados.
 Se roban la virgen de Altagracia, la Santa Cruz del Seibo y otros  emblemas de las iglesias.
 Y hasta la verja de una “cárcel modelo”, recientemente construida en el municipio de Santo Domingo Norte, se la robaron.
La lista puede seguir  ampliándose.
  El asunto es que apoderarse de lo ajeno se ha convertido en una actividad tan rutinaria en nuestro medio que parece que la gente ha olvidado o simplemente desconoce que el que realiza esos actos incurre en un delito sancionado por las leyes de los hombres a través del Código Penal; y también condenado por las leyes  de Dios por medio de uno de sus mandamientos.
Mucho de los que cometen esas acciones llevan una vida tan “normal” que deja la impresión que sus actos no conllevan sanciones ni penales, ni morales: asisten a las iglesias y comulgan como si nada. Otros se presentan en los medios de comunicación  hablando de moralidad y dictando lecciones de buena conducta.
 Nuestra sociedad requiere de una revolución moral para adecentar sus valores y el fortalecimiento de las instituciones responsables de la formación de las nuevas generaciones y aquellas encargadas de aplicar justicia. De lo contrario  sucumbiremos  ante la impunidad y la indiferencia de todos.
Nota: El autor es Licenciado en Ciencias Políticas.

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